Como bien sabemos, el argán dispone de unas propiedades únicas que el resto de aceites naturales no tienen, y son los altos niveles de concentración de Vitamina E (tocoferoles), ácido linoleico, Lupeol (triterpeno) entre muchos otros. Estos componentes son los que ayudan definitivamente a nuestra piel a regenerarse de forma más rápida estimulando la cantidad de colágeno y la generación de nuevas células llegando a hacer desaparecer o disimular de forma efectiva la cicatriz.
Recordemos que el desgarro del tejido epitelial da como resultado la temida cicatriz. La regeneración del tejido es el resultado del crecimiento de los fibroblastos, que taponan así la herida mediante el tejido fibrilar, de ahí que la cicatriz tenga una textura distinta a la piel y se detecte fácilmente. La cicatrización de una herida tiene tres etapas diferenciadas: Inflamatoria, Proliferativa y Remodelación.
- Inflamatoria: Etapa donde se produce el taponamiento de la herida y la formación de la costra.
- Proliferativa: En esta fase se produce el colágeno y con ello la regeneración celular. Es aquí dónde el aceite de argán es fundamental para la estimular la producción de colágeno.
- Remodelación: Esta fase se produce a partir de los 30 días de la herida y puede durar hasta más de un año. En ella se produce la reabsorción del colágeno, y manteniendo las fibras que están directamente relacionadas con la herida. Estas fibras suelen encontrarse internamente, con lo que suelen estar por debajo de nuestra piel.
Recomendamos sin duda alguna iniciar el tratamiento de argán en la etapa proliferativa, aplicándolo sobre la cicatriz entre 5 o 6 veces al día, hasta que absorba completamente. Con el paso de los días y meses observaremos que va mejorando el aspecto de la cicatriz, difuminándola.
Ya en la etapa de remodelación continuaremos aplicándonos el aceite, sobre la cicatriz 2 o 3 veces al día. Podemos aprovechar la ocasión mientras utilizamos cualquier tratamiento con con aceite de argán de los que os hemos propuesto.