Muy pronto la cosmética natural no será la excepción, sino la norma, ya que la sociedad está concienciada y preparada para cuidar el planeta.
La cosmética orgánica debe cumplir una serie de normas: desde la elección de los ingredientes, hasta los métodos de elaboración que se utilizan.
La cosmética ecológica y biológica se fabrica exclusivamente con materias primas que han sido cultivadas sin pesticidas, herbicidas ni abonos químicos o derivados del petróleo. En su composición están prohibidos los aceites sintéticos y minerales y las sustancias de origen animal. En su proceso de transformación no se contamina el medio ambiente.
La cosmética “verde” se elabora con ingredientes ecológicos y cultivados, evita reacciones en la piel y permite la recuperación de su equilibrio natural.
En función de la normativa de cada país en concreto, se emplean distintos términos para referirse a la cosmética sin conservantes, perfumes sintéticos, parabenos, siliconas o colorantes. Por ejemplo, en Estados Unidos se llama cosmética “orgánica”, mientras que en Francia se denomina cosmética “biológica” y en otros países cosmética “ecológica”.
La principal diferencia entre la cosmética natural y la convencional es la manera en la que se ha obtenido la materia prima.
La cosmética vegana o también llamada “cruelty free” llega al universo de la belleza con la intención de quedarse y está siendo muy bien recibida. Se considera que, además de tener un gran respeto por el medio ambiente y por los animales